Las asociaciones del jugador con su personaje incrementa el desarrollo de varias zonas del cerebro como el hipocampo y la corteza prefrontal derecha bilateral.
Y es que, al manejar a un personaje durante el juego y en un espacio tridimensional, el usuario activa zonas del cerebro que le permiten posicionarse en el mismo como si fuese el propio personaje.
Esta investigación ha demostrado además la relación entre el volumen del cerebro y las ganas de jugar, argumentando dicha correlación con un sistema de recompensa del cerebro, ya que en este acto libera dopamina, un neurotransmisor que podría provocar el aumento de la materia gris.
Así que ya sabéis, ¡todos a jugar!