Las pasarelas han hablado. Las cuñas de este invierno se mantienen, pero ahora en versión sandalia y aprovechando el enorme espacio del tacón para imprimir coloridos estampados florales o geométricos. La clave es dar protagonismo a un calzado que hable por sí solo. El resto de los accesorios se supeditan al calzado, como hemos venido observando en numerosas propuestas donde los looks se han basado en unos zapatos hiperbólicos.
Adiós a las bailarinas corrientes, los zapatos nude y similares. Esta temporada, el calzado alcanza dimensiones esculturales en auténticas obras de ingeniería, donde la forma sorprende, o en su defecto, el color. Materiales como el plástico, metales, plumas y flecos se agolpan en el espacio reducido de una sandalia.
Continúan las tendencias, pero también reaparecen otras. Este es el caso de la plataforma setentera, que vuelve con fuerza para quedarse varias temporadas. Una versión más radicalizada de la misma es la llamada flatform, una sandalia de plataforma interminable, pero totalmente plana. Muy cómodas para las que quieren crecer unos centímetros sin mantener el pie en la postura poco ergonómica de unos tacones de aguja. La flatform rinde ante sus pies a ejércitos de celebrities e it-girls que ya la tienen.
Pero no sólo de altura vive la mujer, porque para los pies agradecidos vuelve el plano extremo. Sandalias de tacón inexistente en las que destaca el intrincado diseño que también caracteriza al resto del calzado.
La tendencia ya está en la calle. Ahora toca decidir: ¿la calzas o no?
Si (
No(
