Moneyball es más que la típica peli de deportes. Duante toda la película huye de los clichés que han perseguido a este tipo de filmes, y solamente durante los últimos 45 minutos se rinde a sus convencionalismos. Siguiendo el estilo de La Red Social (se nota la mano en el guión del brillante Aaron Sorkin que adapta con gran acierto la novela de Ben Mezrich), Moneyball nos habla de una historia real, con personajes reales, y coqueteando con la apariencia de documental, Bennet Miller introduce imágenes reales intercaladas con la ficción.
La película está impregnada de un espíritu revisionista y rebelde que critica a un sistema impuesto por decreto y nunca criticado y que nos habla del espíritu de superación y de la persistencia, de luchar contra el pronóstico, de la fidelidad a los principios, y de la mil veces trovada historia de David contra Goliat.
Para poder disfrutarla hay que olvidarse que trata sobre béisbol y buscar paralelismos con otras grandes historias, como la de Steve Jobs y Apple o la de Mark Zuckerberg con Facebook, innovadores, reinventores que lucharon por cambiar algo y que lo consiguieron.
Brad Pitt interpreta al mánager Billy Bean, un exjugador fracasado que proyecta sus antiguas frustraciones como jugador en sus actuales funciones como mánager. Pitt nos brinda una interpretación correcta y aceptable, pero no digna del Óscar. Le acompañan en el reparto un sorprendente Jonah Hill que está más que aceptable en su primera incursión seria en el cine, y un Philip Seymour Hoffman un tanto monocorde.
El ritmo es lento a veces, y falla en algunas partes de la película en las que el espectador no ducho en béisbol puede perderse, pero se explica correctamente y es narrada con acierto. La banda sonora es casi nula, y la única canción de la película es la que compone la hija de Pitt a su personaje.
En definitiva, si te gustó La Red Social de Fincher, Moneyball no te dejará un mal sabor de boca.
Nota: *** sobre 5
Si (
No(
