Aristocrazy

Castillos medievales, calaveras, rosas con espinas… Todos estos elementos, dotados con un aire lúgubre y propio del romanticismo del siglo XVIII inspiran una colección que no saldrá a la venta, pues su finalidad es reforzar su imagen de marca y darse a conocer fuera de nuestras fronteras.

La colección se divide en cinco líneas: The Dark Fleur, Thorns and Roses, Gárgolas, Duelo Punk y Sauvage Beauty, y este ha sido precisamente el esquema que ha seguido Juan Suárez a la hora de estructurar el desfile, cuyo front row ha sido de los más comentados así como su afluencia. Y es que las colecciones de Aristocrazy no siempre acuden al Cibelespacio, como ocurrió en la edición anterior, y es que como explicaba el dueño de la marca de joyería de lujo, crear estas piezas requiere su tiempo.

Es comprensible, pues en el desfile el término “joyería” rebasa los límites de nuestra imaginación. Nada de presentar pendientes o sutiles collares: la marca apuesta por grandes piezas que protagonizan el look, las prendas de ropa se convierten en complementos. Las modelos lucen collares que se convierten en los cuellos y partes superiores de sus vestidos, y que combinan con sus maxi brazaletes. Incluso sobrepasan la línea de convertirse en parte de la prenda de ropa para ser la prenda de ropa, como vemos con el corsé de oro.

Destacan los ear cuffs, ya consagrados en el street style y muy vendidos en tiendas como ASOS, estos pendientes que se adaptan a nuestra oreja y pueden llevar cadenas que se enganchan a otras partes, como nuestro pelo o, en el caso de Aristocrazy, a nuestra nariz.

Por último, hay que mencionar también la espectacular puesta en escena, muy a tono con la lúgubre colección. Estamos seguros de que la firma ha conseguido lo que pretendía: traspasar fronteras y dar que hablar internacionalmente.